Esta idea surge como una necesidad de nuestra comunidad educativa, entendiendo que el ámbito de la difusión y la investigación es esencial para la construcción de una mirada crítica de la realidad, abordándola desde nuestro ideario institucional.

miércoles, 11 de junio de 2014

PROYECTO DE APRENDIZAJE EN SERVICIO

El Aprendizaje en Servicio en la Formación docente
Licenciada María Eugenia Odriozola

Desde el año 2012 estamos llevando adelante en el nivel superior del instituto un Proyecto de Aprendizaje y Servicio Solidario… ¿Qué es este proyecto?
El “aprendizaje-servicio” es la propuesta pedagógica que promueve actividades estudiantiles solidarias, no sólo para atender necesidades de la comunidad, sino para mejorar la calidad del aprendizaje académico y la formación personal en valores para una participación ciudadana responsable. Tiene tres características:
• Está protagonizada fundamentalmente por los estudiantes.
• Atiende solidariamente una necesidad real y sentida por la comunidad (intencionalidad solidaria).
• Está planificada no sólo para atender a esa necesidad social, sino para mejorar la calidad de
los aprendizajes escolares (intencionalidad pedagógica).
Protagonismo de los estudiantes:
Nunca se insistirá lo suficiente en que el aprendizaje-servicio no se refiere al voluntariado de los docentes o los padres, ni a estrategias institucionales para atender demandas de la comunidad, aunque implique a menudo estas variables. El aprendizaje-servicio es, por definición, una actividad de los estudiantes.
Los protagonistas de las actividades de servicio a la comunidad deben ser los alumnos: si ellos no se “apropian” del proyecto, si no lo sienten como algo propio, difícilmente constituya una experiencia de aprendizaje-servicio de calidad.
En las escuelas argentinas podemos encontrar testimonios valiosos de docentes que organizan voluntariamente talleres de oficios o cursos de alfabetización para los padres de sus alumnos, gabinetes psicopedagógicos que atienden gratuitamente a estudiantes de escuelas carenciadas, y escuelas que ponen a disposición sus instalaciones para actividades de entidades de bien público, o que abren espacios de integración con escuelas especiales. Estas acciones son muy valiosas como testimonio de una cultura institucional solidaria y del compromiso personal de los docentes, pero no constituyen experiencias de aprendizaje-servicio, precisamente porque no están protagonizadas por los estudiantes.
También podemos encontrar proyectos cuidadosamente planeados en cuanto a los objetivos, los tiempos, los destinatarios, con excelentes redes de contenidos curriculares... pero redactados enteramente en la dirección o la sala de profesores. En general, estos proyectos se comunican a los alumnos como una propuesta cerrada (“este año la Institución desarrollará el siguiente proyecto de servicio…”). Este tipo de situaciones corre el riesgo de generar proyectos muy prolijos, pero con muy bajo nivel de motivación por parte de los alumnos. Y a la baja motivación suelen corresponder, como sabemos, bajos niveles de aprendizaje.
A menudo los adultos nos quejamos: “esta generación no se motiva con nada”, “a estos chicos no les importa nada”. La experiencia muestra que esta generación tiene, en cambio, un enorme potencial de compromiso solidario, y un grado de conciencia sobre algunas problemáticas (por ejemplo las vinculadas al medio ambiente, la identidad, y otras) incluso superior a las generaciones que la precedieron. Como dato ilustrativo, vale señalar que sólo en las escuelas que se presentaron al “Premio Presidencial Escuelas Solidarias” en el año 2001 había más de 600.000 niños y jóvenes comprometidos en acciones solidarias.
Nuestros alumnos nos piden –especialmente los adolescentes y jóvenes- que los dejemos participar de verdad, que les demos la posibilidad de desplegar la creatividad, entusiasmo y entrega que caracteriza a su edad, que les ofrezcamos guía y contención, pero les demos el lugar protagónico a ellos. Uno de los beneficios más manifiestos de los proyectos de aprendizaje-servicio es que generan auténticos liderazgos positivos, y permiten a muchos estudiantes desarrollar potencialidades para la participación que de otro modo hubieran permanecido ocultas.
En la raíz del aprendizaje-servicio hay una convicción: nadie es demasiado pequeño, ni demasiado pobre, como para no tener algo que ofrecer a su comunidad.
A menudo, y con la mejor de las intenciones, los docentes -especialmente los que atienden a jóvenes y niños de escasos recursos, o con necesidades especiales- tendemos a colocarlos en un lugar de receptor pasivo de "ayuda". El aprendizaje-servicio, en cambio, se propone explícitamente estimular la iniciativa, creatividad y capacidad de participación de todos los estudiantes.
Entre las experiencias presentadas al Premio Presidencial “Escuelas Solidarias” hemos visto a niños con necesidades especiales ofreciendo el fruto de su trabajo para paliar el hambre de sus vecinos; hemos admirado a niños de EGB1 y 2 que en un paraje aislado de Santiago del Estero le ofrecen apoyo escolar a los más pequeños en un “Jardín de infantes voluntario” que ha ya mejorando el rendimiento escolar de varias cohortes, y nos hemos conmovido por los testimonios de jóvenes de zonas urbano-marginales que se constituyeron en líderes de proyectos comunitarios relevantes, como los estudiantes de la Escuela-Taller Angelelli de Bariloche, o los de la Escuela “Ramón Lista” de Resistencia, Chaco.
Nos parece fundamental señalar que detrás de cada una de estas experiencias exitosas hubo docentes que creyeron en las potencialidades de sus alumnos, y les ofrecieron cauces eficaces para desarrollarlos.
Por eso, un buen proyecto de aprendizaje-servicio requiere de un tipo de liderazgo docente algo diferente del que se genera normalmente en el marco del aula. En muchas ocasiones, docentes y estudiantes estarán enfrentando al mismo tiempo y por primera vez una situación crítica o un interrogante científico determinados, y deberán aprender juntos, y generar juntos soluciones novedosas.
En los casos de aprendizaje-servicio de mayor calidad, se generan liderazgos estudiantiles que operan colaborativa y sinergéticamente con el liderazgo del docente. Las actividades de servicio les permiten a los estudiantes conocer a sus docentes en un contexto diferente al escolar, y valorar su compromiso con la comunidad. Este contacto con adultos que pueden ofrecer modelos positivos y cercanos suele tener un fuerte impacto en los proyectos de vida de los niños y adolescentes, y en sus actitudes dentro y fuera del aula. El beneficio de este tipo de situaciones suele superar el marco del proyecto de servicio, y alcanzar al conjunto del clima institucional.

En función del desarrollo del protagonismo de los estudiantes, en el diseño de un proyecto de aprendizaje-servicio es fundamental prever mecanismos para que éstos participen activamente en todas las etapas del proyecto: que desarrollen actividades vinculadas al diagnóstico previo a la actividad, que estén involucrados en al menos alguna de las instancias de planificación, en la gestión de los recursos, y en todas las actividades previstas, incluida la evaluación.

Para leer el informe completo clickear en esta dirección:
https://drive.google.com/file/d/0B8Z4WOOesL3bbzZnT0lpY2llaEU/edit?usp=sharing