La profesora Aluminé Clivio, coordinadora de área de
Teología de nuestro profesorado, tuvo la oportunidad de vivenciar esta
experiencia. En el siguiente artículo comparte sus impresiones sobre este
evento multitudinario que convocó a miles de jóvenes de todo el mundo a
compartir un momento de encuentro con Jesús.
Tuve la suerte de participar de la JMJ que se desarrolló del 23
al 28 de julio en la ciudad de Río de Janeiro, Brasil.
Viajamos aproximadamente cuarenta personas de la Diócesis de Morón, y nos alojamos en el barrio de
Leblon a unos cuatro kilómetros de Copacabana (lugar donde se llevaron a cabo
los actos centrales).
Nos albergamos en casas de familia que nos estaban esperando
muy ansiosos y nos recibieron con mucha hospitalidad, estaban atentos a cada
evento y a cada una de nuestras necesidades y lo más lindo es que vivían la
jornada con la misma alegría y emoción que nosotros.
La jornada comenzó el martes 23/07 con la misa de inicio
presidida por el Arzobispo de Rio de Janeiro Don Orani Tempesta,
si bien el clima no ayudaba porque llovía y hacía frío, las playas de Copacabana
estaban repletas de jóvenes que comenzábamos a preparar el corazón para vivir la JMJ. A partir del inicio se
comenzó a sentir un clima que jamás había vivenciado, una alegría mezclada con
emoción y exaltación.
Las tres jornadas siguientes, en las que nos encontramos con
S.S. Francisco, fueron muy profundas. Nos invitaba a todos a ir más allá del
sentimiento y la alegría.
El jueves Francisco pidió encontrarse con los jóvenes
argentinos, por supuesto esa misma mañana hicimos la fila en la puerta de la
catedral bajo la lluvia con la esperanza de entrar y escuchar a nuestro querido
Papa de cerca… lamentablemente no pudimos entrar y solo pudimos ver a Francisco
de lejos, pero quiero contarles lo que para mi fue increíble.
Luego de que Francisco entró a la catedral los treinta mil argentinos
que estábamos afuera nos quedamos tratando de escuchar lo que su santidad decía,
pero no había audio previsto para los que estábamos en las calles. Cuando
francisco estaba por comenzar a hablar alguien dentro de la catedral se iluminó
y abrió las puertas y solo por esas cosas de Dios los que estábamos en el
exterior hicimos un silencio total y escuchamos cada palabra de Francesco como
si el sonido fuera stereo… el dijo:
Entonces, ¡Hagan
lío! ¡Cuiden los extremos del pueblo que son los ancianos y los jóvenes! No se
dejen excluir, y que no excluyan a los ancianos, segundo, y no licuen la fe en
Jesucristo.
¡Las Bienaventuranzas! ¿Qué tenemos que hacer, padre? Mirá, leé las Bienaventuranzas que te van a venir bien, y si querés saber qué cosa práctica tenés que hacer, leé Mateo 25, que es el protocolo con el cual nos va juzgar, con esas dos cosas tienen el programa de acción: Las Bienaventuranzas y Mateo 25, no necesitan leer otra cosa. ¡Se los pido de corazón!
Una vez terminado el encuentro nos dirigimos a las
playas de Copacabana para unirnos al resto de los jóvenes para vivir el
encuentro con el Papa, al llegar me sorprendió la organización del vallado para
el papa móvil y como la gente de Rio se acercó con sus familias para ver a
Francisco.
Esta vez Su Santidad dirigió unas palabras a todos los jóvenes:
Por eso hoy
les digo con fuerza: “Pon a Cristo” en tu vida y encontrarás un amigo del que
fiarte siempre; “pon a Cristo” y verás crecer las alas de la esperanza para
recorrer con alegría el camino del futuro; “pon a Cristo” y tu vida estará
llena de su amor, será una vida fecunda.
Hoy me
gustaría que todos nos preguntásemos sinceramente: ¿en quién ponemos nuestra
fe? ¿En nosotros mismos, en las cosas, o en Jesús?
¡“Pon a
Cristo” en tu vida, pon tu confianza en él y no quedarás defraudado! Miren,
queridos amigos, la fe lleva a cabo en nuestra vida una revolución que
podríamos llamar copernicana, porque nos quita del centro y pone en él a Dios;
la fe nos inunda de su amor que nos da seguridad, fuerza, esperanza.
Aparentemente no cambia nada, pero, en lo más profundo de nosotros mismos, todo
cambia. En nuestro corazón habita la paz, la dulzura, la ternura, el
entusiasmo, la serenidad y la alegría, que son frutos del Espíritu Santo (cf.
Ga 5,22) y nuestra existencia se transforma, nuestro modo de pensar y de obrar
se renueva, se convierte en el modo de pensar y de obrar de Jesús, de Dios.
Querido
joven, querida joven: “Pon a Cristo” en tu vida. En estos días, Él te espera en
su Palabra; escúchalo con atención y su presencia enardecerá tu corazón.
El viernes la invitación fue meditar el Via crucis
todos juntos, los jóvenes locales nos prepararon una actuación y un testimonio
por cada estación… realmente los dos millones de jóvenes estábamos meditando y
rezando en silencio.
Por supuesto el cierre lo hizo Francisco…
Pero la Cruz invita también a
dejarnos contagiar por este amor, nos enseña así a mirar siempre al otro con
misericordia y amor, sobre todo a quien sufre, a quien tiene necesidad de
ayuda, a quien espera una palabra, un gesto. La Cruz nos invita a salir de nosotros mismos para
ir al encuentro de ellos y tenderles la mano.
Queridos
jóvenes, llevemos nuestras alegrías, nuestros sufrimientos, nuestros fracasos a
la Cruz de
Cristo; encontraremos un Corazón abierto que nos comprende, nos perdona, nos
ama y nos pide llevar este mismo amor a nuestra vida, amar a cada hermano o
hermana nuestra con ese mismo amor.
Después de este momento tan intenso nos fuimos a descansar y
recargar las energías porque el sábado nos esperaba la experiencia del Campus Fidei
la noche de vigilia y misa de cierre el domingo.
Pero como les conté, el clima nos jugó una mala pasada y el
evento que debía realizarse en el Campus Fidei se pasó a la playa de
Copacabana, así que con las mochilas alistadas nos instalamos cerca de una
pantalla y plantamos campamento.
El día nos regaló algunos ratos de sol y muchos ratos de
baile y alegría los cuales reflejaban el
sentimiento profundo de cada uno de nuestros corazones.
Finalmente atardeció y en las pantallas comenzamos a ver
como Francisco se acercaba a nuestro encuentro.
La dinámica se basó en una representación sobre el llamado
que recibió San Francisco de Asis a renovar la Iglesia , y la invitación a
través de testimonios a construir nosotros también la Iglesia. Francisco
concluyó diciendo…
También hoy
el Señor sigue necesitando a los jóvenes para su Iglesia. Queridos jóvenes, el
Señor los necesita. También hoy llama a cada uno de ustedes a seguirlo en su
Iglesia y a ser misioneros. Queridos jóvenes el Señor hoy los llama. No al
montón. A vos, a vos, a vos, a cada uno. Escuchen en el corazón qué les dice. Jueguen para adelante. Pateen adelante, construyan un mundo mejor. Un mundo de hermanos, un mundo de justicia, de amor, de paz, de fraternidad, de solidaridad. Jueguen adelante siempre
Y después de estas hermosas palabras los dos millones de jóvenes que estábamos ahí junto con Francisco nos encontramos con Jesús eucaristía, en silencio absoluto y todos de rodillas rezamos frente a Jesús desde la más profunda intimidad del corazón.
En ese clima de silencio y respeto casi tres millones de
personas dormimos en la playa aguardando el cierre de la jornada.
El domingo nos levantamos y terminamos de preparar la
sorpresa para Francisco, una canción con coreografía que practicamos sábado y
domingo, ese era nuestro regalo.
No solo los jóvenes sino también los sacerdotes y los
obispos bailaron la coreo.
En la misa de cierre Francisco anunció que la próxima
jornada mundial de la juventud será en el 2016 en Polonia.
Y se despidió de nosotros
Tres palabras: “Vayan, sin miedo, para servir”. Siguiendo
estas tres palabras “Vayan, sin miedo, para servir”, experimentarán que quien
evangeliza es evangelizado, quien transmite la alegría de la fe, recibe más
alegría. Queridos jóvenes, cuando vuelvan a sus casas, no tengan miedo de ser
generosos con Cristo, de dar testimonio del Evangelio.
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